"De los veintiocho hombres que había allí [en el puente de Brest-Litovsk], muy pocos no habían pertenecido al partido comunista alemán o austríaco. Todos se habían convertido en enemigos encarnizados del régimen stalinista. Yo les comprendía demasiado bien, pero cuando la discusión se orientó hacia el nacionalsocialismo no podía creer lo que oía. Muchos de ellos empezaban a descubrir los lados positivos del régimen hitleriano, como el carácter progresivo de su política, su economía abiertamente socialista, así como la legislación sobre el trabajo."
(Margarete Buber-Neumann, Prisionera de Stalin y Hitler, narrando los hechos que vivió antes de ser trasladada al campo de concentración de Ravensbrück y, tras ser entregada a los nazis por los soviéticos, que la tuvieron prisionera en el campo de concentración de Karaganda, Siberia).
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